Día 4º, Miércoles: Guadalupe

A las 8 de la mañana del miércoles llegamos a Pointe-à-Pitre, la principal y más bulliciosa ciudad de Guadalupe, donde permaneceríamos hasta las 18h.


GUADALUPE:
  • La isla de Guadalupe estaba poblada por los indios caribes cuando, en 1.493, fue descubierta por Cristóbal Colón. Sin embargo, la resistencia que opusieron los indígenas hizo desistir a España de su conquista, que finalmente fueron vencidos en el siglo XVII, pero por los colonos franceses, quienes establecieron un sistema de plantaciones basado en la esclavitud. 
  • En la actualidad Guadalupe es un departamento de ultramar de Francia. Su idioma oficial es el francés y la moneda el €. Es una de las islas Antillas Menores.
  • Tiene una superficie de 1.780 km². En realidad está formada por dos grandes islas en forma de mariposa, Grande-Terre y Basse-Terre, unidas por un estrecho canal de manglares (llamado Riviére Salée) que se comunican por medio de dos puentes; así como varias islas menores (Terre-de-Haut, Terre-de-Bas, Marie Galante y La Désirade).
  • Basse-Terre tiene una superficie de 848 km². Es una isla montañosa, con abruptas montañas envueltas en frondosas selvas tropicales de elevados árboles y helechos exuberantes. En ella se encuentra el volcán, aún activo, La Soufriére (1.470 m). La parte central conforma un parque nacional, que cuenta con las cataratas más altas del Caribe Oriental: Chutes du Carbet.
  • Grande-Terre tiene una superficie de 588 km². Es más llana, dedicada al cultivo de la caña de azúcar, donde se encuentran la mayoría de los complejos hoteleros y puertos deportivos, así como las playas paradisíacas de arena blanca y los arrecifes coralinos, en la zona conocida como La Riviera.
  • Aunque la capital es Basse-Terre (en el extremo suroeste), la principal ciudad es Pointe-à-Pitre (en el punto de unión entre las dos grandes islas).
  • Guadalupe tiene 412.000 habitantes, de los cuales tan sólo 14.000 viven en Basse-Terre. Su cultura tiene influencias francesas, africanas, hindúes e indias.
  • Guadalupe cuenta con aeropuerto: el Aeropuerto Internacional Guadeloupe Pôle Caraïbes, situado a 3 Km de Pointe-à-Pitre.
  • Información sobre Guadalupe: Web oficial de Turismo, Guía Lonely Planet, Anuario de Turismo de Guadalupe, Guía de Guadalupe, French Caribbean, Web Oficial de Turismo,Villa de Pointe-à-Pitre.

LA EXCURSIÓN: Descubriendo Guadalupe (Duración: medio día).

Puesto que teníamos pensado desplazarnos a ver el Parque Nacional de Guadalupe (en Basse-Terre) y sabíamos que los taxis eran caros, además de que supusimos que las carreteras no serían nada buenas debido a la presencia del volcán Soufrière y las montañas, decidimos contratar la excursión en el barco. Ésta excursión nos gustó mucho, aunque nuevamente nos habría salido más barata yendo por nuestra cuenta, contratándola en alguna de las agencias del mercadillo de la terminal de cruceros.


Nos llevaron en autobús durante aproximadamente 40 minutos, mientras veíamos la exuberante vegetación tropical de Basse-Terre, hasta llegar a nuestra primera parada: el Jardín Botánico Domáine de Valombreuse, en Petit-Bourg. Tuvimos una hora de tiempo libre para recorrerlo, aunque lógicamente fue imposible recorrer las 6 hectáreas de jardines, máxime cuando nos sorprendió una de las habituales tormentas tropicales que nos dejó totalmente empapadas. Resultó verdaderamente espectacular la frondosidad de su vegetación (¡había hojas más grandes que yo!), la multitud de flores de colores de especies que nunca había visto antes, el orquidiario, el lago… ¡todo precioso! Había también una zona para montar a caballo, y un chiringuito donde pudimos degustar un riquísimo zumo de frutas tropical (estaba incluido, pero su precio era nada menos que 3 USD por un vasito de plástico).


Seguimos nuestra excursión, atravesando el Parque Nacional de Guadalupe por la Route de la Traversée una carretera de montaña que atraviesa de este a oeste Basse-Terre, inmersa en bosques de bambú, caobas y tabonucos gigantes, heliconias y jengibres,  hasta llegar a la Cascade aux Écrevisses (cascada de los cangrejos de río), que forma parte del P.N. Allí bajamos del bus, y recorrimos unos 10 minutos a pie por un húmedo y resbaladizo sendero que discurría entre la selva tropical, musgos y helechos, y finalizaba en una cascada (no me pareció nada grande ni espectacular, tan sólo unos 10 metros de altura). Junto a ella se encuentra el río Corossol, de aguas cristalinas, caracterizado por las enormes rocas de formas redondeadas.


La última parada de la mañana fue en la Destilería Domaine de Severin, que, aunque más pequeña, nos gustó muchísimo más que la que habíamos visto en Martinica. Además de ver el proceso de elaboración del ron, la destilería estaba rodeada de unos preciosos jardines llamados Jardins du Domaine, que pudimos visitar, donde nos llamó la atención una cabaña (La Case á Popó), que recrea fielmente el lugar donde vivió Aubertan Marie Denise, una de las trabajadoras de la destilería. En la consabida tienda pudimos degustar el ron, y vendían también especias y salsas criollas elaboradas con ellas.


Regresamos al barco hacia las 13.30h. y como no teníamos hambre, nos fuimos directamente a visitar Pointe-à-Pitre.

VISITA A POINTE-À-PITRE.

Pointe-à-Pitre es una ciudad pequeña, puedes visitar absolutamente todo lo señalado en el plano turístico en unas 2 horas. El centro de la ciudad se encuentra a 5 minutos andando desde la terminal de cruceros, así que no es necesario ningún tipo de transporte, y en el mercadillo del puerto hay una oficina de información turística donde puedes hacerte con un plano callejero. En él aparecen marcadas un montón de mansiones y edificios, pero realmente a la mayoría no les encontré un especial interés y me pareció una ciudad bastante fea.


Peynier Street (frente al puerto de cruceros) nos llevó a la calle principal de la ciudad, la Rúe Frebault, donde se aglutinan los principales comercios. 
El centro de la ciudad se estructura en torno a la Place de la Victoire, una enorme plaza dividida en dos zonas: frente al pequeño puerto de La Darse, una zona pavimentada de planta circular; entre ésta y la Place Gourbeyre, una zona ajardinada con palmeras, bancos para sentarse, un templete de música y varios bustos y monumentos conmemorativos. 

El edificio religioso más importante es S. Peter & S. Paul’s Church, del siglo XIX, apodada «The Iron Cathedral», por su estructura de hierro diseñada para resistir los huracanes. Su aspecto exterior recuerda a un templo griego, tiene planta rectangular, y su torre campanario puede verse desde distintos puntos de la ciudad debido a su altura.


En la peatonal y animada Rúe St. John Perse se encuentra la escultura a Vélo, músico creador de los ritmos wa ka,  consistente en seguir, a golpe de tambor, los movimientos de la bailarina que intenta ser más astuto que él con sus pasos.  

La ciudad tiene también dos museos, el Schoelcher Museum (que recibe el nombre de Víctor Schoelcher) dedicado a la esclavitud y su abolición, y el St. John Perse Museum, dedicado a Alexis Léger, poeta y Premio Nobel  (apodado John Perse).


Pointe-à-Pitre es una ciudad eminentemente comercial, cuyos orígenes se remontan a la existencia de un mercado de pescado junto al puerto de La Darse, cuya tradición aún se conserva y en el que pueden adquirirse pescado fresco, especias, frutas, verduras y hortalizas, algo de ropa y artesanía. Otro de los mercados más típicos es el mercadillo de flores que hay en la place Gourbeyre.

Pero quizá la atracción turística más importante y visitada de la ciudad (y la que más me gustó) es el Marché Central (en la céntrica Place Saint Antoine), un mercado de lo más colorido en el que se pueden encontrar especias a granel de lo más variopinto (cacao puro, rúcula, nuez moscada, pimienta, canela en rama, mostaza, vainas de vainilla…), así como todo tipo de ponches macerados con frutas o miel, y artesanías locales (objetos de mimbre, madera, óleos, etc). 

Otros edificios interesantes que visitar son:  la Préfecture, la Maison Forier , la Médiathèque Achille René Boisneu, el Comité de Turismo y la antigua Rectoría.

Tras visitar la ciudad regresamos al puerto, donde echamos un vistazo al mercadillo de artesanías Karuland (muchísimo más caro que el del centro de la ciudad), y embarcamos. Comimos algo en el buffet de snacks y tapas, y nos fuimos un rato a la piscina antes de arreglarnos para la cena.

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