Día 6º, Viernes: Tórtola

El crucero toca a su fin, es el último día y hoy tenemos que hacer la maleta para dejarla por la noche en el pasillo. El tiempo hoy es muy, pero que muy justito, ya que sólo permaneceremos en Tórtola durante una mañana (de 8 a 14h); la tarde y noche será de navegación, ya que mañana desembarcaremos en Santo Domingo (República Dominicana). Llegamos al puerto de Road Harbour, en Road Town (Tórtola).


TÓRTOLA:
  • Tórtola es la mayor de las Islas Vírgenes Británicas, y donde se encuentra su capital, Road Town (que tiene unos 7.000 habitantes).  
  • Tórtola es una isla montañosa de 62 Km2, y fue formada por la actividad volcánica, siendo su punto más alto el Mount Sage (530 m de altitud).
  • Las Islas Vírgenes Británicas están formadas por un grupo de 36 islas, integrantes en las Antillas Menores, de las cuales sólo 16 se encuentran habitadas. En conjunto tienen unos 153 Km2 y 28.882 habitantes.
  • Estaban pobladas por los arawak, y después por los caribes. En 1.493 fueron descubiertas por Cristóbal Colón en su segundo viaje, pero en el siglo XVII fueron colonizadas por los holandeses, y finalmente por los ingleses.
  • El idioma oficial es el inglés y la moneda (aunque parezca extraño) el dólar americano.
  • Información sobre Tórtola: Web oficial de Turismo de las Islas Vírgenes Británicas, Guía de las Islas Virgenes Británicas, Baths National Park.

LA EXCURSIÓN: Virgin Gorda (Duración: medio día).

Según habíamos leído, el principal atractivo de las Islas Vírgenes Británicas es la pequeña isla de Virgin Gorda, donde se encuentra el Parque Nacional de Baths y unas playas idílicas y de ensueño. Dado que hay muy poco tiempo antes de partir hacia Santo Domingo, os recomiendo contratéis la excursión en el barco para mayor seguridad, ya que se tarda bastante en llegar a la isla y va todo a contrarreloj. 

No obstante, puede realizarse por libre, y por menos de la mitad de precio: saliendo del puerto, a mano izquierda hay que caminar unos 10 minutos hasta encontrar el embarcadero de donde parten los ferrys a Virgin Gorda; una vez en el embarcadero de Virgin Gorda (junto al lujoso puerto deportivo) hay que tomar unos autobuses descapotables que os llevarán al punto de partida del Parque Nacional de Baths. 

 Allí confluyen todas las excursiones; si se contrata en el barco se hace exactamente ese mismo recorrido (se tarda algo más de 1 hora en el ferry más otros 15-20 minutos en el peculiar «bus Safari»), pero con la diferencia de que tienes los transportes a la puerta, sin necesidad de caminar hasta el embarcadero, y esperando por tí.



Es imprescindible llevar calzado cómodo y adecuado para caminar, además de la consabida toalla y bañador, ya que una vez en el punto de reunión del Baths National Park hay que caminar bastante hasta llegar a la playa. Nos dividieron en dos grupos, ya que hay dos senderos. Uno es más fácil de caminar, más llano aunque largo (unos 20-25 minutos hasta llegar a la playa), y el otro es más corto pero dificultoso (empinado y en algunos puntos hay que agacharse o pasar de canto entre estrechos huecos que había entre las enormes rocas). 

Aunque el «fácil» no entraña excesiva dificultad deberían advertir que no es una excursión apta para todos los públicos (por ejemplo, había una señora operada de la cadera y se tuvo que quedar a mitad de recorrido; ya no os cuento como llevéis un niño pequeño y tengáis que llevarlo en brazos…). Es bastante incómodo ya íbamos en chanclas, hacía mucho calor, humedad, y encima íbamos cargando con la mochila, la toalla, etc. durante todo el trayecto que, al ir era todo bajada, pero al volver era cuesta arriba.


El sendero discurre por el corazón del parque, declarado en 1.990. Lo característico es su frondosa vegetación formada por arbustos y cactus de distintas especies, formas y tamaños. El paisaje se completa con los enormes bloques de piedra granítica de formas redondeadas. Una vez en la playa, éstas forman cuevas, galerías subterráneas y piscinas naturales.


Los dos senderos finalizaban en sendas playas: Devil’s Bay y Stone Bay, que están una junto a la otra, comunicadas entre sí por la arena y el mar. Lo recomendable para verlo todo es bajar por un sendero hacia una playa, pasar por la arena a la otra, y subir hacia el punto de partida por el otro sendero. Las playas son pequeñas aunque totalmente idílicas, aguas cristalinas de color turquesa, arena fina y blanca… y sus características rocas de contornos redondeados. En definitiva, una auténtica maravilla. El único problema es el tiempo, ya que, entre lo que tardan los transportes en traerte hasta aquí y la caminata, no tienes tiempo más que darte un baño rapidito y emprender todo el trayecto a la inversa.


Otra opción de excursión (quizá mejor por el poco tiempo de que se dispone) es, en el embarcadero de Tórtola, contratar una excursión que os llevará directamente en pequeños catamaranes a la misma playa (os tenéis que lanzar desde el barco al agua). Se ahorra tiempo, pero te pierdes toda la visita al P.N.

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