minubetrip: Frigiliana y Sayalonga

DÍA 10 DE OCTUBRE, DOMINGO:

Después de la tempestad viene la calma. Hoy la Costa del Sol hace honor a su nombre, hace un día radiante para nuestra visita a Frigiliana, uno de los pueblos con mayor encanto de la provincia malagueña situado en la comarca de La Axarquía.

Panorámica de Frigiliana

Frigiliana es, ante todo, un pueblo para pasear. Por las estrechas callejuelas del barrio morisco, empedradas y tan empinadas que a veces se transforman en escalones, contemplando las vistas que ofrecen los diferentes miradores y las fachadas encaladas cuyo blanco se rompe por el animado colorido de macetas con plantas y flores, así como los paneles cerámicos que detallan la Batalla del Peñón de Frigiliana que se hallan repartidos por el pueblo.

Barrio Morisco de Frigiliana

Un paseo por Frigiliana

Nuestro paseo comenzó en la Casa del Apero (siglo XVII) que alberga la Casa de Cultura, la oficina de turismo, la biblioteca municipal Mármol Carvajal, el archivo histórico, una sala de exposiciones y el Museo Arqueológico. Saliendo a la Plaza del Ingenio nos topamos con la casa solariega de Manrique de Lara (siglo XVI), única fábrica de miel de caña que existe en Europa (el Ingenio de Ntra. Sra. del Carmen). Pasamos por delante de los Reales Pósitos, antiguo silo donde se almacenaba el excedente de grano en los años de buena cosecha, y nos adentramos en el barrio morisco, ascendiendo por la Calle Real hasta el Peñón de la Sabina y el mirador homónimo, desde donde hay unas vistas espectaculares de la Sierra de Almijara.

Museo Arqueológico de Frigiliana, en la Casa del Apero

En el Callejón del Inquisidor nos detenemos ante la Fuente de las Tres Culturas, descendiendo por la Calle Chorruelo hasta llegar a la Plaza de la Fuente Vieja, donde se halla la fuente homónima (construida en el siglo XVII para abastecimiento de la población y abrevadero de ganado). Una de las calles más pintorescas y típicas de Frigiliana es El Zacatín, desde donde accedemos a la Plaza de la Iglesia, presidida por la Iglesia de San Antonio de Padua, de estilo renacentista pero que era en sus inicios una antigua mezquita musulmana.

Plaza de la Iglesia, Frigiliana

El Restaurante La Parada del Zacatín -con su preciosa terraza en la última planta de la casa- nos ofreció unas viandas basadas platos típicos de la zona (aunque hipercalóricos): ajoblanco, morcilla, huevos fritos con chorizo, migas, y unos deliciosos buñuelos aderezados con la característica miel de caña de Frigiliana.

Restaurante La Parada del Zacatín

Hubo quienes, después de comer, se armaron de valor y subieron hasta la cima del Cerro de la Sabina en busca del Castillo (del que sólo se conservan unos restos), desde donde había una vista panorámica alucinante de todo el pueblo y de una pequeña laguna.

El cementerio redondo de Sayalonga

Para la jornada de tarde teníamos preparada una nueva sorpresa: una ruta de misterio en la localidad de Sayalonga. Estuvimos acompañados por José Manuel Frías, periodista malagueño especializado en temas paranormales, quien nos explicó los misterios de este municipio malagueño: Las Cazoletas del Camino de la Edad de Bronce, la Fuente del Cid, la estela de la Diosa Tanit, el Circuito Octogonal, los Exvotos, el Mirador y el Cementerio Redondo con el enigma del niño gitano.

Cementerio Redondo de Sayalonga

Con un poco de escenografía (algunas personas disfrazadas que nos daban algún que otro susto) y totalmente a oscuras) visitamos el Museo Morisco, donde escuchamos algunas psicofonías grabadas en la zona y nos explicaron el misterio del Cortijo Jurado (entre otras cosas).

José Manuel Frías, en el Museo Morisco de Sayalonga

Durante el paseo por Sayalonga tuvimos oportunidad de ver (aunque de pasada) el Callejón de la Alcuza (que con sólo 56 cm de ancho, es el más estrecho de La Axarquía) y la Iglesia de Santa Catalina, de construcción mudéjar.

Espetos de sardinas en Pedregalejo

Una suculenta cena nos esperaba en el Restaurante El Sardiná de Málaga. Se encuentra en primera línea de la playa de Pedregalejo y está especializado en mariscos, pescados y espetos de sardinas (todo un arte el saber hacerlos bien). Fuimos recibidos por su dueño, que nos enseñó hasta la cocina (literalmente) y la verdad es que cenamos realmente bien (sardinas, pescaíto frito, coquinas, calamares, tortillitas de camarones…). Un sitio totalmente recomendable.

Espeto de sardinas, Restaurante El Sardiná
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