Teatro Emperador (León)

El teatro Emperador es el único teatro León, por lo que se ha convertido en un mito. Por él han pasado todos los artistas de relevancia nacionales y extranjeros que han realizado representaciones en la ciudad, tanto teatrales, como de ópera, música o danza.
Cuando no había ninguna representación servía como sala de cine.

Se localiza en el centro de la ciudad, muy próximo a la plaza de Santo Domingo, frente al hotel Conde Luna. Su arquitectura es la de un edificio normal y corriente de 1950; si no es por el rótulo pasaría totalmente desapercibido, aunque está exteriormente bastante mal conservado, con la pintura descascarillada.

La distribución interior es la de un típico teatro a la antigua usanza. Un gran hall a la entrada del que parte el pasillo semicircular con varias puertas de entrada a la sala de representaciones, y una gran escalinata con alfombra roja para subir a las gradas de la planta superior (al popularmente llamado «gallinero»). Destaca su gran lámpara de cristal que cuelga del techo en el centro del salón, que dicen pesa casi 2 toneladas.

Lo malo que tiene es que las butacas son incomodísimas; son muy bonitas, todas de madera, con reposabrazos de madera torneada, y tapizadas en terciopelo granate, pero no hay quien aguante dos horas allí sentado. Si vas a una obra de teatro no te queda más remedio, pero si lo que quieres es ver una película te vas a otro cine, sobre todo ahora que han proliferado nuevas salas en la ciudad con instalaciones mucho más modernas y cómodas.

Hasta hace dos años el Emperador era de propiedad particular, pero ante la imposibilidad de seguir manteniéndolo por graves problemas económicos y después de duras negociaciones (en las que incluso había manifestaciones de leoneses para que llegaran a buen fin con pancartas que rezaban «el teatro del pueblo»), ha sido adquirido por el Ayuntamiento.
En la actualidad está siendo remodelado y no se sabe cuándo reabrirá sus puertas ni con qué programación de actuaciones.
Espero que sepan rehabilitarlo y acondicionarlo a los nuevos tiempos, pero manteniendo su esencia.