Visita al Castillo de Pau, cuna de Enrique IV
Situado en un promontorio rocoso con unas vistas increíbles de los Pirineos, el Castillo de Pau presume de haber visto nacer a Enrique IV, rey de Francia y de Navarra. Este ostentoso Château (que dio origen a la ciudad) ha sufrido numerosas reformas a lo largo de su historia, hasta llegar a convertirse (en 1929) en Museo Nacional de Francia. Vamos a conocerlo!

El Castillo de Pau, Museo Nacional de Francia
De Castillo a Palacio Real
La ciudad de Pau debe su origen a una fortaleza defendida por una empalizada de madera que vigilaba el curso del Gave de Pau (un torrente de agua que nace en el Circo de Gavarnie, en los Pirineos). De hecho, Pau significa “empalizada de estacas”.
Esta primitiva fortaleza fue reforzada en el siglo XIV por Gaston Febus, convirtiéndola en una ciudadela inexpugnable. De esa época son el Torreón Febus o Torre del Homenaje (de 33 metros de altura), y la Torre de la Moneda (a los pies del castillo), construidas en ladrillo por influencia de la arquitectura civil de la época.
A principios del XVI, los vizcondes de Bearn y futuros Reyes de Navarra –Enrique de Albret y María de Angulema– inician una serie de transformaciones al gusto del renacimiento, para convertirlo en Palacio Real. Fue aquí donde su hija, Juana de Albret, daría a luz (en 1553) a Enrique de Navarra, futuro rey Enrique IV y primer monarca borbón de Francia.

Las letras H y M entrelazadas, una constante decorativa
El castillo no lo vio crecer pero es considerado por la mayoría de los franceses como el mejor monarca que ha gobernado su país, de modo que se convirtió en un mito. En 1830, el rey Luis Felipe inició la renovación completa del palacio. La decoración interior fue totalmente reformada en estilo renacentista, los grandes artesanos de la corona crearon especialmente un mobiliario al gusto de la alta burguesía del siglo XIX, se le añaden torres, se construye una capilla…

Acceso al Castillo desde la rue d’Etigny
Sin embargo, cuando Luis Felipe fue exiliado a Inglaterra, las obras no habían acabado y fue Napoleón III quien las continuó. Finalmente, en 1929, el castillo adquiere el rango de Museo Nacional enteramente dedicado a la memoria de Enrique IV.
Recorrido por el Chateâu de Pau
Las visitas turísticas al interior del castillo-museo son guiadas y en grupo. Lo más recomendable es comprar la entrada lo primero, para informarte del horario de la siguiente visita. Son en francés, aunque si vas en grupo puedes solicitar previamente un guía en castellano. Yo tuve suerte de encontrar allí un grupo de españoles y me uní a ellos, pero aunque el guía hacía sus esfuerzos, su vocabulario de español era bastante limitado…

Salón de Familia de los reyes de Navarra
Si el exterior del Castillo es impresionante, el interior lo es aún más. Enormes salones con ostentoso mobiliario, monumentales lámparas de araña, grandes estatuas, jarrones japoneses y etruscos, aparadores con finas piezas de porcelana, butacas tapizadas en terciopelo y seda con arabescos, paredes decoradas con tapices tejidos en hilo de oro, cuadros, y retratos…

Mobiliario del castillo y palacio real

Cuadro de Enrique IV jugando con su padre
Uno de los salones más célebres es la Sala de los Cien Cubiertos, tanto por sus enormes dimensiones como por su riquísimo mobiliario y los tapices que la decoran. Posee una gigantesca mesa de madera de roble con capacidad para cien comensales, y sus respectivas sillas (fabricadas en 1841 por el ebanista Jeanselme). En sus paredes pueden contemplarse dos series de tapices de la fábrica de Gobelins: los Meses de Lucas Cornelis y las Cacerías de Maximiliano.

Tapiz de la serie las Cacerías de Maximiliano

Salón de los Cien Cubiertos
Pero sin duda la sala que más interés suscita es la Habitación del Rey, concebida para servir de escenario al caparazón de tortuga de mar que sirvió de cuna a Enrique IV. Todo a su alrededor evoca la grandeza de un futuro rey: una cama de madera tallada con 64 retratos de reyes, tapices con efigies de dioses romanos, etc.

Caparazón de tortuga que sirvió de cuna de Enrique IV

Dormitorio de Enrique IV
Junto a ella, la habitación de Juana de Albret, su madre, que forma parte de los llamados “aposentos históricos”. Al entrar en el dormitorio, la vista se va hacia la pesada cama de madera, que si bien lleva la fecha de 1562, fue fabricada en el siglo XIX. Al igual que el resto de estancias, las paredes están decoradas con preciosos tapices (el Castillo de Pau posee una de las más bellas colecciones de tapices de Europa).

Dormitorio de Juana de Albret, madre de Enrique IV

Tocador de Juana de Albret
Para llegar a las habitaciones habremos subido por la Escalera de Honor, una gran escalera construida en el siglo XVI al más puro estilo renacentista. Consta de tramos rectos separados por rellanos, y se adorna con un friso formado por las letras H y M entrelazadas, iniciales de Enrique (Henri) de Albret y Margarita de Angulema.

Estatua de Enrique IV, en la Escalera de Honor

Techo de la escalera de honor, decorada con las letras H y M
Estas letras son una constante en la decoración de todo el palacio; también pueden verse grabadas en oro en el artesonado de madera del Salón del Trono de los Reyes de Navarra, y en los parterres de los jardines que rodean el castillo.

Salón del Trono de los Reyes de Navarra
Tras la visita guiada, se puede dar una vuelta por los jardines. No me parecieron grandiosos, ni siquiera llamativos, aunque sí curiosos, ya que en él conviven coloridas flores con hortalizas, plantas aromáticas y medicinales. Y es que a partir del siglo XVIII, las extensiones de terreno del castillo fueron mermando en pro del crecimiento de la ciudad.

Jardines del Castillo de Pau
En un próximo artículo descubriremos la ciudad de Pau, puerta de los Pirineos.
MÁS INFORMACIÓN:
Musée National du Château de Pau
Rue du château
6400 – Pau
+33(0)559823807
Horarios:
– Del 16 Septiembre al 14 Junio: 9.30-11.45h y 14-17h
– Del 15 Junio al 15 Septiembre: 9.30-12.30h y 13.30-18.45h
Tarifas 2013: 6€ individual, 5€ grupos
Entrada gratuita el primer domingo de cada mes.
Se permiten tomar fotografías, sin flash.
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